20 noviembre 2006

As Pontes


Ayer domingo destacaba en la portada de "El País" una fotografía tenebrista de la central témica de carbón de As Pontes. Bajo la imagen se escribía una leyenda acusatoria: "Esta central emite más CO2 que 2,4 millones de coches". Curiosamente en la fotografía de la portada no se ve la punta de la chimenea, que es por donde sale el CO2 (y es que el CO2 no se ve). Pero sí el vapor de agua condensado que sale de las dos torres de refrigeración. Para dar la impresión de mucha contaminación. Truquillos periodísticos.

El reportaje escrito por la periodista Lola Galán ocupaba dos páginas interiores, mezclado con otro titulado "Malos aires en el Campo de Gibraltar", con una foto de "smog" que ni en Londres en 1952. CO2 y contaminación, el demonio y la carne.

En el artículo, los sabios y prudentes son los ecologistas, y los demás (la gente de As Pontes, los concejales y los responsables de la central) unos pardillos serviles (tipo Springfield, el pueblo de los Simpson) para los cuales "todo es gratitud hacia la empresa"(Endesa).

El artículo tiene de bueno que está muy bien escrito y da datos. Por ejemplo que As Pontes ("una herida en el paisaje") produce un 5% de la electricidad que se consume en España. Y que el CO2 que emite la central al año es de más de 10 millones de toneladas.

Lo que no dice es que ese porcentaje de electricidad producida por la central, ella sola, es el mismo más o menos que el producido por los miles de generadores eólicos que se han instalado por todas partes.

Tampoco dice que la cantidad de CO2 que emitimos los españoles sólo por respirar es mayor que la que emite la central. Si multiplicamos 1 kg/día por 40 millones de españoles, la ciudadanía española produce unos 14 millones de toneladas de CO2 al año.

Nota: que no cunda el pánico, que nadie deje de respirar: el balance neto del carbono que entra en el cuerpo con la comida y el que se emite con la respiración es igual a cero. O sea que para la atmósfera es lo mismo que seamos pocos o muchos, gordos o flacos, siempre que ahí fuera funcione la fotosíntesis que fija el carbono atmosférico en los alimentos que Dios nos da. Pero cuidado con el aliento: es muy contaminante!